La naturaleza es diversa, también en el amor. Esta semana, en medio de las celebraciones de la Semana del Orgullo LGTBi+, nuestro equipo de seguimiento del alcaudón chico en la Plana de Lleida se ha llevado una sorpresa mayúscula: dos machos se han emparejado y estos días andan de cortejo, instalados en un gran árbol platanero, un comportamiento muy poco habitual en este ave territorial, aunque mucho más extendido en otras especies animales (quebrantahuesos, bonobos…).

Esta primavera han vuelto 13 alcaudones chicos a sus áreas de cría en Lleida, tras su asombrosa migración de más de 10.000 kilómetros desde el sur de África. En Torreribera, la finca agraria donde se concentran todos los ejemplares, se han formado cuatro parejas que ya tienen pollos. Cinco machos se habían quedado desemparejados… O eso creíamos.

Nada más llegar a Lleida, cada uno de los machos solteros eligió un territorio, esperando a las hembras. Durante casi un mes estuvieron cantando y marcando su territorio, defendiéndolo de cualquier intruso. Cansados de que no llegaran hembras, se habían alejado a otras zonas de la finca, dando vueltas durante diez días. Y esta semana, dos de ellos volvieron a la zona de cría, ¡pero juntos!

La pareja de machos se ha instalado en un gran árbol en el territorio que antes defendía uno de ellos, Scarcafe, al que llamamos así por su peculiar antifaz. Scarface es uno de los pollos liberados mediante hacking el año pasado en Lleida. Sobre el otro macho, que no lleva anillas, creemos que también tiene un año: nació probablemente en 2019 en el único nido salvaje que hubo en la península ibérica. El equipo de seguimiento los ha visto ofreciéndose mutuamente insectos, un comportamiento muy típico del cortejo.

Los dos machos, de cortejo © Jose Guerra / Trenca

No es la primera vez que se registra una pareja de alcaudones chicos del mismo sexo: en 2009, dos hembras solteras llegaron a construir un nido y a poner huevos juntas. Como los huevos eran infértiles, se retiraron y colocamos en el nido unos pollitos nacidos en el Centro de Recuperación de Fauna de Vallcalent, en el programa de cría en cautividad de la especie. Aunque las dos madres comenzaron a criarlos con esmero, los pollos tuvieron un triste final, porque el nido fue depredado de manera natural.

Son anécdotas, aunque también una muestra de lo difícil que lo tienen los alcaudones chicos para criar en la península ibérica. La especie está declarada “en situación crítica” en España y se considera el ave más rara de la península. Las cuatro parejas salvajes que están criando este año auguran una temporada reproductora muy esperanzadora, la mejor desde 2017 (con seis parejas), igualando la cifra de 2008 y 2014.

La finca agraria de Torreribera —un espacio de la Red Natura 2000, donde Trenca tiene un acuerdo de custodia del territorio— es su último refugio, un auténtico oasis con abundantes márgenes naturales entre los campos y árboles donde anidar. Un modelo de paisaje agrario diverso, con espacio para la naturaleza, que favorece la biodiversidad y que está desapareciendo por la intensificación de la agricultura. De hecho, la alteración de su hábitat y el uso masivo de plaguicidas asociados a la agricultura intensiva son las mayores amenazas de la especie en la península ibérica.

Además del trabajo de campo que desarrolla Trenca, este 2020 (pese a las limitaciones por la crisis sanitaria) se ha mantenido la cría en cautividad del alcaudón chico en Vallcalent, uno de los pilares del proyecto de conservación de la especie en España. En breve comenzaremos a soltar en la naturaleza, mediante la técnica del hacking, a los pollos nacidos en cautividad.

Trenca coordina el proyecto de conservación del alcaudón chico en España, una ambiciosa iniciativa conjunta con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña, la Fundación Biodiversidad del MITERD, WWF y el Zoo de Barcelona.

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